Hermanos y hermanas:
Mi nombre es Enrique Raymond Encalada.
Mi llamado a ser misionero es una bendición de mi Señor y me doy cuenta cuanto me quiere.
Me acuerdo que fue un día jueves estando en eucaristía en un momento en el que el sacerdote nos hace prometer algo que le podamos cumplir a nuestro Señor y en ese momento me comprometí a pasar todo un domingo en la parroquia. Ese día me acuerdo que llegue a la parroquia con mi Biblia y me senté en el tercer asiento a leer y de pronto llegó una hermana que estaba poniendo los petos de los misioneros y yo voy a cambiarme de puesto ya que justo le tocaba sitiar ahí y la hermana me dijo; - “no te cambies, quizás es un llamado del Señor para que seas misionero” - terminada la eucaristía se me invita a participar. Con un poco de temor acepte.
Luego nos empezamos a juntar los días miércoles, hasta que llegó el día de salir a misionar. Fue un día que estaba muy contento, no se por que. Luego de compartir con tantos hermanos y visitar tantos hogares, me di cuenta que muchos hermanos se alegran de haber misionado y lo más gratificante es poder compartir con todos los hermanos y hermanas.

Doy gracias al Señor por darme la bendición de ser misionero y a la vez, el instrumento que fue la hermana Carmen, ya que ella fue quién me invitó a conocer este hermoso camino, a nuestro Señor. Y a la vez los invito hermanos y hermanas a ser misioneros de la vida y a buscar a las ovejitas perdidas.
Gracias mi Señor por toda tu bendición…
Amén.
Mi nombre es Enrique Raymond Encalada.
Mi llamado a ser misionero es una bendición de mi Señor y me doy cuenta cuanto me quiere.
Me acuerdo que fue un día jueves estando en eucaristía en un momento en el que el sacerdote nos hace prometer algo que le podamos cumplir a nuestro Señor y en ese momento me comprometí a pasar todo un domingo en la parroquia. Ese día me acuerdo que llegue a la parroquia con mi Biblia y me senté en el tercer asiento a leer y de pronto llegó una hermana que estaba poniendo los petos de los misioneros y yo voy a cambiarme de puesto ya que justo le tocaba sitiar ahí y la hermana me dijo; - “no te cambies, quizás es un llamado del Señor para que seas misionero” - terminada la eucaristía se me invita a participar. Con un poco de temor acepte.
Luego nos empezamos a juntar los días miércoles, hasta que llegó el día de salir a misionar. Fue un día que estaba muy contento, no se por que. Luego de compartir con tantos hermanos y visitar tantos hogares, me di cuenta que muchos hermanos se alegran de haber misionado y lo más gratificante es poder compartir con todos los hermanos y hermanas.
Doy gracias al Señor por darme la bendición de ser misionero y a la vez, el instrumento que fue la hermana Carmen, ya que ella fue quién me invitó a conocer este hermoso camino, a nuestro Señor. Y a la vez los invito hermanos y hermanas a ser misioneros de la vida y a buscar a las ovejitas perdidas.
Gracias mi Señor por toda tu bendición…
Amén.
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